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ARGENTINA

Roberto García Moritán: "La Argentina hoy está muy corrida hacía la izquierda" – Perfil.com

Roberto García Moritán participó de una conferencia de prensa organizada por estudiantes de Periodismo de la Escuela de Comunicación del Grupo Perfil, donde analizó al legado de la última dictadura militar. “Fue uno de los momentos más complejos y traumáticos de la Argentina, tan traumático fue que hoy sigue siendo un tema habiendo pasado tantos años. Y ha presentado posiciones muy radicales y que no permiten ver que en el medio hay personas que quieren avanzar, sanar el dolor y poder pensar en el futuro. Yo me siento en el medio”, sostuvo.
El legislador porteño de Republicanos Unidos también habló de un “narcoestado” financiado a través de los planes sociales. “Hay un abandono muy violento de muchas personas. Es muy trágica y triste la situación de estos barrios. Ves recorrer a chicos descalzos y con tierra en la cara”, aseguró Moritán en el Ciclo de Entrevistas a cargo de Rodrigo Lloret, director de Perfil Educación.
—Usted participó recientemente de una protesta con referentes de su espacio político en la ex Esma porque allí se cuestionó a los gobiernos de Fernando de la Rúa y Mauricio Macri, haciendo una similitud con la Junta Militar. ¿Cuál es la opinión que usted tiene sobre la dictadura?
Fue uno de los momentos más complejos y traumáticos de la Argentina, tan traumático que hoy sigue siendo un tema aunque han pasado tantos años. Y ha presentado posiciones muy radicales y que no permiten ver que en el medio hay personas que quieren avanzar, sanar el dolor y poder pensar en el futuro. Yo me siento en el medio, pero el problema en la Argentina es que nos han gobernado con tanta culpa durante tantos años que muchas personas les cuestan hablar de determinadas verdades. Se han mal utilizado estas cuestiones y hasta me han llamado negacionista. ¡Nada menos negacionista que yo! Yo soy liberal: estoy en contra de cualquier forma de autoritarismo. Pero el problema es no poder dar cosas por verdades absolutas, cuando hay en la sociedad todavía muchas dudas. Los textos, para sanar de verdad, tienen que ser integrales, amables y considerativos. Y me parecía que el que se presentó recientemente en la Legislatura sobre la dictadura era demasiado combativo y no permitía sanar las heridas de todos los lados. Yo quiero textos para cerrar la grieta y que unan. Hay que dejar de pensar en los lugares que nos dividen y pensar en las cosas que nos unan.
—¿Por qué dice que se siente “en el medio”?
—Soy un ciudadano que está en el medio de un partido de tenis y hace muchos años que veo pasar la pelota. Entiendo que hay mucho dolor y que se generó mucho dolor, nos lastimó y las consecuencias son que Argentina hoy está muy corrida hacia la izquierda. Tiene que ver con esto, con una cultura que decidió tomar partido y a mí me parece que está bien. Pero creo que ahora nadie hace el ejercicio desde la semejanza, sino desde la diferencia. Por eso, tenemos que empezar a pensar cuáles son los puntos que nos unen. Por ahí pensamos diferente pero ya encontremos respuestas a un montón de problemas súper conflictivos en Argentina. Esas discusiones son trágicas, si empezamos por donde tenemos que solucionar el problema y vamos deconstruyendo a partir de los puntos en común, es mucho más fácil. Yo no vengo acá a defender la bandera de los seis mil de la derecha, no soy un conservador. Yo vengo acá a trabajar sobre las semejanzas y no las divisiones. Me parece que llegó el momento de ser más generosos. Tenemos el 50% debajo de la línea de la pobreza y no puedo pensar en otra cosa. Entonces, ¿por qué me voy a pelear por cosas que pasaron hace tanos años, si el problema lo tenemos hoy? Pero si vamos a reconocer que nos una los 30 mil, como número simbólico, reconozcamos alguna otra cosa para compensar, porque son pocos los que se animan.
—Dice que si se reconocen los 30 mil desaparecidos “como número simbólico”, también hay que reconocer “alguna otra cosa para compensar”. ¿A qué se refiere?
Los que más defienden, y se han agarrado de la bandera de los derechos humanos, tienen un problema con el autoritarismo. Tienen preferencias por personas con simpatía al régimen de Maduro o de Putin, a Nicaragua. Cuando uno empieza a analizar los socios con los que se vinculan los defensores de los derechos humanos, me da a pensar que lo que buscan es revancha. Quieren el poder para tener revancha. Y yo no quiero eso, sino que se termine el partido, es algo que yo no juego. Se están peleando dos bandos y no me interesa quien tiene razón los dos. Pero yo estoy en el medio y la sigo pagando, entonces resolvámoslo. Creo que la mejor manera de resolverlo es sacándonos de encima las ideas de revanchas y ser más generosos. 
—Hace un momento dijo que “Argentina está muy corrida hacia la izquierda”. ¿Desde cuándo se produce, según usted, este fenómeno?
—Creo que el punto de quiebre fue la Guerra de Malvinas, expuso en la mesa el fracaso brutal de la dictadura. Ese fue el principio del fin de la dictadura y demostró que Argentina había sido muy dañina en todos los términos, económicos, morales y culturales. Marcó una cicatriz en todos los argentinos, la cual nos está costando carísimo a todos. Y creo que ese momento hizo que exacerbáramos algunos símbolos, se instaló en nuestra cultura y se convirtió en parte de nosotros. Por eso no hace falta exacerbar más esos símbolos, ya estamos maduros. No nos queda otra que madurar porque hay problemas a resolver y que si no los atendemos, nos van a seguir comiendo los narcos, la corrupción, el hambre y la desesperanza. Las Malvinas vinieron a darle cierre a un capítulo nefasto de nuestra historia. Todos estos capítulos nefastos tienen un costo y el costo es mucho dolor y vergüenza. Llegó el momento de ponernos de pie y reaccionar.
Dice que desde el fin de la dictadura, Argentina se corrió a la izquierda. Pero, desde entonces, han gobernado radicales, peronistas y macristas. ¿Cómo sería un gobierno que no esté corrido hacia la izquierda?
 —Un gobierno más de centro tiene cuentas fiscales más ordenadas. Después, hay cuestiones técnicas que se han tratado de volver ideológicas, principalmente dos: que el déficit fiscal no tiene un costo social y que la emisión no es la razón de la inflación. Lo que para mí es coherencia y razonabilidad, para muchos es de derecha. Yo lo digo para simplificar el lenguaje. Para mí no existe otro camino: cuando uno administra lo de otro lo tiene que hacer con muchísimo cuidado, tiene que rendir cuentas. Ahora por alguna razón cuando uno habla de administración de lo público, parecería que eso no es una obligación. A mí me preguntan muchas veces cuál es el criterio y mí la primera definición es que lo público es de todos. Con el mismo criterio, si lo público es de todos, tiene que administrarse por el que lo haga mejor. Esto es conforme a la ley, sin romper las reglas y nos provea el mejor servicio y más riqueza. Ahora para muchos esto es la derecha. Y yo soy liberal: no soy de derecha ni conservador. Mientras no me interponga en la dimensión personal del otro y no haya falta de respeto al otro, puedo hacer lo que quiera. Es por eso que me sorprende el lugar de derecha en el que me han puesto y en la defensa de algunas cosas que no defiendo. Mi ideología es que los individuos vuelvan a ser los protagonistas en la Argentina. No quiero una política protagonista, tiene que pasar inadvertida y estar al servicio de la gente, no pararse en los escenarios, recibir aplausos y abusar de las esperanzas de las personas.
—En la edición de la revista Noticias del 6 de diciembre de 2020, le preguntaron si usted pensaba en incursionar en la política y respondió: “No. Y ni me planteo esa posibilidad”. ¿Cómo y por qué cambió de idea tan rápido?
—La vida es muy dinámica y te presenta oportunidades todo el tiempo. Yo vengo del sector privado e hice muchos emprendimientos en mi vida: en algunos me fue bien, en otros me fue mal y otros más o menos. Pero llegó un momento en el que ese mundo no me desafiaba más y quería otra cosa. Y me llega la oportunidad de trabajar en 2018 en una Secretaría creada para urbanizar barrios populares. Tenía que meterme en los barrios para trabajar sobre estructura, desarrollo productivo, educación y ver cómo se resolvía el tema de la pobreza. Me parecía súper desafiante y aprendí lo que tuve que aprender. Quedé muy enganchado con el tema, quería seguir trabajando en los barrios y fundé una ONG que se llama “Asociar”. De verdad quería ayudar y mi obsesión era devolverles la autoestima a las personas del barrio. Quería que la revolución saliera desde las bases, no por el odio, sino por el amor propio. Buscaba tratar de encontrar el mecanismo del lenguaje para que las personas tomaran riendas de su propio futuro bajo una premisa: sólo es libre quien tiene la posibilidad de darle, por su propio esfuerzo, un plato de comida a sus hijos. Si dependés del Estado, no sos del todo libre porque tenés que ser servil y funcional al Estado. Lo que nunca me esperaba era que me llegara una propuesta tan importante y tan concreta, no estaba dentro del radar de posibilidades. Nunca imaginé que iba a estar en la primera posición de una boleta, me costó mucho ponerme el traje de candidato.
—¿Cuáles son los barrios que recorrió y qué fue lo que sintió?
Durante la pandemia hicimos acciones concretas en comedores y recorriendo más de 60 barrios como Pilar, Morón y Moreno. Hemos ido a villas en las que nunca había entrado la policía ni la política, donde la gente nos veía y no lo podía creer. Por eso, la Argentina necesita que nos levantemos, nos despertemos y reaccionemos. Y que nos esforcemos más que nunca. Esa es mi misión en la política. Hay un abandono de muchas personas, que es muy violento. Es muy trágica y triste la situación de estos barrios. En La Matanza uno puede encontrar calles de tierra y casas de chapa en muchos barrios. Y ves recorrer a algunos chicos descalzos y con tierra en la cara y a algunas madres que son los que administran las familias y la economía de las casas. Después, a los hombres no los ves hasta las seis de la tarde. Y el que maneja todo es el narco del barrio que recibe y administra los planes y los distribuye en drogas.
Roberto García Moritán fue entrevistado por estudiantes de Periodismo de Perfil Educación
—¿Dice que los planes sociales terminan en drogas?
Hay un ecosistema de Estado en paralelo, que es el narcoestado, que funciona perfecto para el crimen, la inmoralidad y para todo el negocio que hacen muchos de los intendentes.
—¿Considera que hay que ponerle un freno a los planes sociales?
Creo que hoy no los podes sacar. Hasta que no estén dadas las condiciones, los tenés que mantener. Lo que hay que trabajar son las condiciones. El tema de los planes no es un problema por el potencial productivo que tiene la Argentina. Lo que no puede ser es que lo que invirtamos en desarrollo social sea un ancla del desarrollo productivo. Hay que buscar un mecanismo que uno no entorpezca lo otro. Que no nos corten la calle, por ejemplo. Con sacar un poco de presión impositiva, reglas claras y algo de predecibilidad, debería empezar a mejorar y generar los incentivos necesarios para el argentino vuelva a invertir. Y cuando hablo de inversión, no hablo de una multinacional, hablo del tipo que pone un kiosco, un almacén, una ferretería, una zapatería. Hoy, un juicio laboral te hace quebrar tu zapatería. Entonces, tenemos que pensar cómo hacemos para que volvamos a poner nuestros ahorros en nuestras vocaciones. Poder reinvertir en las cosas que nos hacen bien y donde nos hemos especializado. Una vez que encontremos respuestas, lo demás se va a ir solucionando sólo.
—Usted se define como un liberal. ¿Le gustaría que Javier Milei se sume a Juntos por el Cambio?
—Milei tiene un gran valor y Juntos por el Cambio debería hacer fórmula con quien sea que defina que hay que trabajar. Me parece que hay que armar una gran coalición, con una agenda común con un programa. Hay que elegir quién es el mejor para desempeñar cada una de las funciones de ese programa para que después no haya conflictos de intereses. Pensar bien la posición de cada uno, los objetivos y definir las reglas de juego para que el que venga no solamente tenga que venir con un plan, sino además con la idea y el convencimiento de que sin orden no hay progreso. Y para poder hacer esto necesitamos de todos.
—Ha tenido respuestas muy contundentes sobre cuestiones muy sensibles. ¿Habla de estos temas cotidianamente con tu esposa? 
—Los dos trabajamos muchísimos. Ella está en estos momentos grabando un programa de televisión que dura todo el día y está en Cañuelas, con lo cual, cuando estamos juntos lo único que pensamos es en dedicarnos un rato a cada uno y a nuestra beba, que es muy chiquitita. Pero a Carolina le interesa mucho todo esto, tiene mucha conciencia y básicamente su conciencia nace en que ella conoce la pobreza desde adentro. Ella nació en la pobreza. Nació en un pueblo muy chiquitito de la Pampa y de la nada, de un lugar que no prometía ningún desarrollo profesional, ella hoy se ha convertido en lo que es. Y a mí me interesa mucho escucharla. Ella también se divierte conmigo, pero a mí me interesa mucho escucharla porque ella tiene una conexión con lo que pasa en la calle como pocas personas vi. Entonces, cuando tengo la oportunidad de hacerlo, trato de escucharla. Pero, por lo general, preferimos dedicarnos a disfrutar de la familia.
Le agradecemos su participación en el Ciclo de Entrevistas organizado por estudiantes de Periodismo de Perfil Educación y le damos la oportunidad de cerrar el reportaje con un comentario final. 
—Bueno, me zarandearon por todos lados. Me dieron la oportunidad de hablar de cuestiones incómodas y espero que sean tan generosos conmigo cuando las escriban, como yo traté de hacerlo con ustedes. Todos queremos estar del lado del bien, es más si nos ponemos a pensar profundamente, todos tenemos argumentos para estar del lado del bien, y yo estoy tan convencido de que estoy del lado del bien, que hoy alguien en un debate me sorprendió porque me manifestó que no lo estoy. Entonces, todos debemos de tener algo de culpa. Por eso, yo quiero hacerles una promesa: prometo que, independientemente de si tengo razón o no, mis intenciones son las más nobles. Yo voy a dedicar mi vida a mis creencias, sueño para que Argentina sea un país mucho mejor, sueño que mis hijos puedan cumplir sus sueños, que no salgan a la calle de noche con miedo a que los maten y que los roben, y que mis nietos también puedan vivir acá y puedan desarrollarse profesionalmente y ser felices. Esa es mi devoción, es lo único por lo cual voy a trabajar toda mi vida.
Por Alan Rojas, Jesús Soria y Juan Ignacio Bullosa
Estudiantes de Periodismo Perfil Educación

Escuela de Comunicación del Grupo Perfil

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