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ARGENTINA

Inflación, estancamiento, deuda en pesos y falta de dólares: los partidos que deberá enfrentar la Argentina en 2023

El Gobierno terminó el viernes una muy buena semana. El miércoles logró superar holgadamente el último gran test de deuda del año y se hizo de un buen colchón para cerrar sus números de 2022. En tanto, el jueves se conoció el dato de la inflación de noviembre, que dio 4,9%, y en el acumulado al viernes el Banco Central (BCRA) compró US$360 millones y se encamina a cumplir la meta de reservas pactada con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Pero más allá de ese cielo aparentemente despejado distintos economistas creen que las mejoras son transitorias y falta mucho para apuntalar la macroeconomía en 2023.


La primera clave del próximo año pasa por la inflación, según Fabio Ventre, subdirector del Instituto de Investigaciones Económicas de la Bolsa de Comercio de Córdoba. “Más allá del último dato del Indec, mi opinión es que no se trata de una baja sostenible porque hay un montón de condimentos, como el dólar soja 2, que ya sabemos el impacto que tiene en emisión e indirectamente en inflación”, opinó, y agregó que, al ser el próximo un año electoral, es difícil que el Gobierno haga un ajuste.


“En un contexto en el que no tiene forma de financiarse con el resto del mundo y en el que cada vez se le va a hacer más difícil financiarse en el mercado local, no va quedar opción que darle uso a la maquinita. En este sentido, la inflación va a volver a ser muy alta, en el orden de la de este año o superior rompiendo la barrera del 100%”, opinó.


Fernando Marull, socio en FMyA, coincidió en que en 2023 habrá más inflación. “Si bien el plan freezer de Sergio Massa seguirá, creemos que la inflación se mantendrá alta, por lo que mantenemos nuestra proyección de 100%. La baja de la carne es transitoria por la sequía y la demanda china, y el Gobierno debe seguir ajustando las tarifas y los atrasos de precios en naftas. La macro está lejos de mostrar un equilibrio estable, con la deuda en pesos en modo tóxica, lo que obligará al BCRA a seguir emitiendo toneladas de pesos sin dólares como para flexibilizar el cepo importador. Y si no llueve en el verano y la sequía es más dura, habrá que endurecerlo más. El único driver que ayudará a bajar la inflación es que la actividad entrará en modo recesión desde el cuarto trimestre de este año”, señaló.


De cara a 2023, en tanto, en FMyA proyectan que la actividad se estancará y no tendrá un aumento mayor a 0,6%. La principal limitante de la economía es la falta de dólares, que afecta el flujo de las importaciones.


Por su parte, Ventre habló de un 2023 de estanflación, con el agravante de que la inflación argentina no es la de un país normal y de que el salario viene perdiendo constantemente poder adquisitivo.


“Por más que el Gobierno invente bonos, son parches que no solucionan la situación de fondo, y lo peor es que no solo afectan a los salarios de todo el país sino especialmente a los más vulnerables: los informales. Esto choca directamente con la población más expuesta a condiciones de vida complejas y en el medio impacta en la pobreza, que quizá tenga un rebote a fines de este año. Esto es preocupante porque no va a haber una mejora, y cuando otro gobierno quiera solucionar los problemas que hay en la macro va a ser muy difícil porque la situación económica va a estar muy deteriorada”, anticipó el economista.


En este sentido, Nadin Argañaraz, director del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf), dijo que el principal desafío que tiene la sociedad argentina es bajar la inflación sin generar una caída de la actividad económica.


“La actividad económica ingresó muy bien en los primeros meses de 2022 y ya está a niveles de 2017. Con estas condiciones, es esencial encontrar la manera de bajar la tasa de inflación sin poner en riesgo la actividad económica, porque esto implica poner en riesgo empleos o salarios que ya vienen perdiendo mucho contra la inflación. Otro desafío importante es hacer algo con las jubilaciones. Como mínimo, que no pierdan más poder adquisitivo, pero también hay que generar un esquema que permita ir recuperándolas”, completó.


En cuanto a la deuda en pesos, Marull dijo que el riesgo depende de lo que se quiera hacer con el cepo cambiario. “Si la decisión es mantener el cepo, la deuda en pesos se hace más estable, por definición. En ese caso, la decisión es más bien si emitir o reperfilar [la deuda]. Por caso, en 2019 se decidió no acudir a la maquinita del BCRA y se reperfiló la deuda por unos meses. En realidad, se pagó todo, pero a un plazo más largo, lo que implicó un valor presente de 40% en los bonos en pesos y 60% en los títulos en dólares. La otra es emitir y pagar, que es lo que viene haciendo el actual gobierno. En 2022, el BCRA lleva emitidos $1,6 billones por este concepto desde la crisis de junio y octubre”, apuntó.


Por su parte, Bruno Bonfanti, analista económico de Ecolatina, dijo que el Tesoro logró calmar la incertidumbre del mercado en el corto plazo de la mano del resultado positivo en su última licitación de deuda con un rollover del 200%, pero la fragilidad y la poca viabilidad que exhibe el programa financiero será uno de los principales desafíos del Gobierno en 2023.

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